domingo, 24 de abril de 2016

Ni mejor ni peor, una mamá más

Llevo días ofuscada, negativa, gris, obsesionada con que no lo estoy dando todo, pensando en qué puedo cambiar para que mis hijos crezcan de la mejor manera posible, ¿qué estoy haciendo mal? ¿En qué puedo mejorar?

Todo esto, se está viendo reflejado en el blog, pues ya no escribo semanalmente, pero me podéis seguir en Instagram y Facebook. Aunque a partir de ahora intentaré volver a escribir, mínimo, una vez por semana.

Des de que, por obligación, tuve que coger la baja en el trabajo en la semana 32 de mi segundo embarazo, no dejo de pensar en cosas negativas, debería ser una de mis mejores épocas, pues tengo dos hijos preciosos, pero me obsesiono y todo lo veo gris.

Mientras estaba de baja, me obsesionaba en cómo nacería Martina, si todo sería "fácil" como con Pol o si habrían complicaciones, si ella nacería bien, si yo estaría bien y cómo estaría Pol después de tantos días sin separase de mi. Cómo lo haríamos en el trabajo de papá (es un negocio y los autónomos lo de cerrar unos días lo tienen complicado...). 

Por suerte, para mi, Martina se avanzó 5 semanas. Nació en la semana 35+3, un viernes de madrugada rompía la bolsa ( la historia se repetía). Corriendo hacia el hospital y a las 13:40h nacía prematura con 2'850kg y lo que en principio parecía un parto corto, sin dolor, ni complicación, se convirtió en rezar a la ginecóloga para que alargara mi estancia en el hospital para no tener que separarme durante la noche de mi pequeña princesa. 

Martina nació con distrés respiratorio, lo que hizo que, a los 10 minutos de nacer ( por suerte tuvimos 5 de piel con piel), la tuvieran que llevar a la UCI Neonatos a una incubadora. Y lo que en principio iban a ser un par de horas se convirtió en sonda, vía con suero y antibióticos y una posible intubación si en 24h no mejoraba. Todo esto con ella en la UCI, como ya he dicho, y yo, encontrándome bien, sin que me dejaran levantar de la cama para ir a verla después de 6h de haber dado a luz.

A los dos días, la ginecóloga me quería dar el alta y después de explicarle la situación conseguimos alargar la estancia un día más. Pero lo que papá y yo no queríamos que llegara, finalmente llegó y el lunes por la tarde no pudimos alargar mas el ingreso y a las 21h, después de la toma, cogíamos el coche hacia casa, con su sillita vacía, dejándola en aquel enorme hospital, en aquella habitación con otros bebés nacidos con problemas como ella, con unas enfermeras geniales, pero, en el fondo, nos íbamos con la sensación de dejarla sola y nosotros vacíos.

Eso hizo qué, al llegar a casa después de todo, no quisiéramos separarnos de Pol y durmiéramos con él, en nuestra cama, los tres juntos. El martes, temprano vuelta al hospital, todo el día allí, con la esperanza de poder llevarnos a Martina a casa aquel día, pero no fue así. Por la noche, se repetía la situación con Pol, el cariño que queríamos darle a Martina, lo recibía Pol y volvía a dormir con nosotros.

El miércoles, la historia se repetía, pero al llegar al hospital,... ¡Sorpresa! Martina estaba vestida y empezaban a bajar la temperatura de la incubadora y reducir medicación y aporte de oxigeno. Inconveniente, la bilirrubina subía. Cuando volvimos de comer, ya estaba fuera de la incubadora, pero con la fototerapia...Otros día que volvíamos a casa sin ella. Otra noche que Pol dormía con nosotros.

La sorpresa fue el jueves, al llegar, Martina había mejorado los niveles de bilirrubina, pero estaban justitos, si todo iba bien, el viernes nos íbamos a casa. Viernes.... ¡Horror! Papá tenía que trabajar, los abuelos trabajando y médicos, no teníamos con quién dejar a Pol yo visita con la,ginecóloga,... Después de llorar a la doctora, el jueves por la noche, por fin, no volvíamos solos, ¡Martina se venía a casa con nosotros! 

Salir del hospital con ella fue el derrumbe, una mezcla de tristeza, alegría, relajación, incertidumbre,...cayó sobre  mi, pero al fin, podría abrazar a mis dos pequeños a la vez.

Cuando entró Pol a casa y me vio con la bebe en brazos, su expresión fue....es inexplicable, algo que no se me borrará nunca de mi memoria. En seguida la abrazó y le dio un beso. Abrazos y besos que aún a día de hoy, después de dos meses, le da con dulzura y cuidado. 

Pol a día de hoy sigue durmiendo con nosotros, en nuestra cama. Martina, en su cunita al lado de nuestra cama. Y por suerte, los dos duermen toda la noche sin despertarse.

¿Soy mejor o peor madre por dejar a Martina aquellas noches sola en el hospital?
¿Soy mejor o peor madre por dejar que Pol siga durmiendo con nosotros en la cama?

Para mí, simplemente, soy una mamá más. Criando a sus hijos con apego y bajo lo que yo creo, el amor y el cuidado de mis pequeños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario